Guest Post para MalasMadres

CUANDO LAS BUENOSHIJAS SON PREMATURAS

Originalmente publicado en: https://clubdemalasmadres.com/ellas-opinan-buenoshijos-prematuros/

 

Entre el 10 y el 15% de los embarazos gemelares monocoriales biamnióticos pueden complicarse por el Síndrome de Transfusión Feto Fetal. Así nos lo expusieron, con una frase de 21 palabras de las que 7 no entendía. Lo que nos intentaban explicar es que nuestras gemelas compartían placenta y que en el caso de que llegaran a intercambiar sangre entre ellas podíamos enfrentarnos a un problema serio.

Pero… Era solo entre un 10 y un 15% de los casos… Seguro que no nos tocaba a nosotros. Nos equivocamos. Nos tocó de lleno y en la semana 29 lo que iba a ser una visita a Granada para obtener la opinión de la experta en cirugía fetal se terminó convirtiendo en una cesárea de urgencia a las 2 de la madrugada y 51 días de ingreso en el hospital Materno de Málaga. 51 días a 80 kilómetros de nuestra hija mayor con tan solo 2 años.

En menos de 10 minutos mis niñas ya no estaban dentro de mí y ni me había enterado. Si la anestesista no me avisa se las llevan y yo sigo allí tumbada como a la que le van a sacar una muela. Un hombre vestido de verde con pintas de motero las metió en una bolsa de plástico y se las llevó después de enseñármelas de refilón. Y ahí estaba yo. Sola. Sin saber si las niñas estaban vivas o no. Y ahí estaba mi marido. Sólo. Esperando en el pasillo de la UCI para pasar a conocerlas, cosa que yo no pude hacer hasta 30 horas después.

Con 1.185 gramos Elena y 1.085 en el caso de Mar mis niñas pasaron a ser los números 116 y 117 a todos los efectos. La primera estaba negra bajo un foco azul. La segunda pálida y minúscula, con unas piernas que no eran más gordas que nuestro dedo índice, una piel y unos ojos tan cerrados y sin pestañas que parecía que aún no estuvieran terminados de hacer.
Y empezamos nuestra aventura y nuestra nueva rutina. Desinfectante, patucos, bata verde, agua y jabón, nuevamente desinfectante y con suerte, la posibilidad de tocar a nuestros bebés a través de la incubadora. Para pasar de una a otra nuevamente agua y jabón y más desinfectantes de ese que te termina abrasando las manos mientras la incertidumbre te abrasa la moral.

Mar salió pronto de la UCI. Elena sin embargo tuvo que ser operada a los 10 días de nacer. No dejaba de hincharse. Los diuréticos funcionaban bien menos en su pierna derecha. La única manera de saber lo que estaba pasando era abrir. Finalmente el diagnóstico fue osteomielitis. Octava palabra que aprendimos sin querer. Una infección se había alojado en la cabeza del fémur y no se sabía si podía haber afectado a alguna parte más de su cuerpo. El tratamiento: 40 días de antibióticos que arrasaron con todo y obligaron a retirarle mi leche para tratar de que tolerara la alimentación. Mientras tanto a esperar el resultado de la resonancia que tendrían que hacerle en un hospital cercano porque, aunque parezca mentira, el Materno no cuenta con equipos para realizar estas pruebas diagnósticas. Se ve que es más rentable trasladar un cuerpecillo de 1.200 kilos que invertir en una maquinaria que ahora prometen, nuevamente, desde la administración.

Y así fuimos capeando el temporal. Ampliando vocabulario involuntariamente. Compartiendo sin decir nada el luto de los que de repente desaparecían de la cafetería y dando gracias día a día de tener a nuestras pequeñas. Cuando me dicen que debe ser duro criar a tres niñas tan pequeñas no puedo evitar que se me escape una risilla irónica. Duro es tener que irte a casa y ni siquiera tener una cuna vacía porque no te ha dado tiempo ni a montarla. Duro es tener que dejar a tu hija llorando en la incubadora después de tenerla metida en el escote de la camiseta toda la tarde. Duro es convivir con la muerte donde solo debería haber vida. Así que sí. Criar a tres bebés es duro, pero de una dureza que no cambio por nada.